TIERNA CANCIÓN SALVAJE.

No quiero ver tu cuerpo hecho palabras,
ideas transparentes,
hoja finísima
que puesta entre los dedos no impida que se toquen.
No quiero verte nadando entre metáforas,
objeto de la razón
ajeno a los sentidos.

Te quiero material,
tocable,
elástica,
precisa,
disfrutable,
que se paren los segundos vencidos en tu frente,
que pierda el juicio el metro envolviendo tu cuerpo.

No te quiero hecha flor
artificial y seca
en el florero eterno de la sala
o en la siembra que cuida el jardinero.

No.
No quiero que seas la flor de los caminos.
No.
No quiero que seas la flor de los poetas.
No.

Quiero que seas la flor perdida en la furia del desierto
o entre espesura y yerbas,
expuesta a la agresión del robo y las miradas,
abrasada del sol,
apretada en labios de la noche,
que te clave la aurora sus uñas que amanecen,
que el viento en ti se ensañe hasta doblarte,
te caiga todo el peso de la lluvia,
se manche de ti el óxido, y el musgo
como lapa se te aferre y te marchite.

Te quiero material,
visible,
penetrable,
con tu miedo en los ojos,
con el labio temblando
y las orejas rojas
y la feroz pantera corriendo entre tus carnes.

No te quiero infinita
ni eterna
ni perfecta.
Quiero oír una loba maullando sus pecados en tu boca,
una leona zarpando el aire con tus ojos,
en tus piernas las garras de pantera
levantando el polvo del deseo.

En vez del ruiseñor,
quiero oír en tu boca la voz del leopardo,
que arrastrando entre dientes
la letra de su furia reverdece en pasiones
al viejo tronco seco,
y revive en su aliento
todas las hojas secas que muerde con su canto.

Refréscame el oído con palabras vulgares,
bajas,
turbias,
cortantes como cuchillos,
indecentes,
agrias,
rojas como el rojo.

Déjame hallar en tu materia
la incógnita infinita,
el álgebra insurrecta de la carne,
déjame dialogar con tus células nerviosas
en verbos endocrinos de lava circulante,
sintaxis de movimientos corporales,
vértigos interminables,
transformación del cuerpo y desaparición del alma.

Así es como te quiero.

Si no,
déjame morirme encima de otro cuerpo,
déjame morirme debajo de otra alma.

3 comentarios:

Rosa Silverio dijo...

Me encantó este poema, Juan Freddy.

Buenísimo. Buenísimo.

Qué bueno poder leerte acá.

Abrazos grandes.

Juan Freddy Armando dijo...

Gracias, Rosita, por dejarme tu hermoso y generoso comentario. Un beso.

Anónimo dijo...

JF Armando: Me gusta como usted escribe.